viernes, 31 de enero de 2014

"Paraisos cercanos" : LA GOMERA

Con toda la razón son las Islas Afortunadas, y para mí cada vez más. Cada minuto que he pasado en ellas se queda grabado de una forma especial. Y ahora más, bueno, igual que la primera vez, hace tantísimo tiempo...

Llegar a La Gomera,
realmente es desembarcar en otro mundo, utilizando el sentido más estricto de la palabra "desembarcar", llegar con el Ferry de Fred Odlsen es una aventura.  Y llegar allí es raro, ir allí ya es raro, cuando se elige ir a sitios más especiales, que salen un poco de los circuitos normales, es disfrutar de algo que no sabes a lo que vas, que no sabes que te vas a encontrar, y que yo tengo la suerte de disfrutarlo a fondo, y además tengo la capacidad de la sorpresa. Me encanta las cosas que me sorpenden. Y como dice Alejandro "camino, despacio... que todo me asombre".

Nuestro apartamento estaba en Valle Gran Rey. Llevabamos el coche de alquiler montado en el ferry, y yo había estudiado el largo y ancho de la isla. Un aperitivo para nosotros, recorrido que nos hacemos todos los días moviendonos en Madrid para trabajar. Desembarcamos en San Bartolomé de Tirajana, era al medio día hacía malo, si, si, las islas están un poco revueltas ultimamente. Es preciso decir, que las distancias en la isla son cortas, pero su orografía hace que el tiempo invertido para recorrerla sea distinto al que yo había pensado. Teníamos mil rutas de senderismo preparadas, mil sitios para ver, y la última piedra en el último valle, del último pueblo para pisar. No hicimos nada, no movimos practicamente el coche. DISFRUTAMOS. Bienvenida serenidad.

Según bajabamos el valle para llegar a nuestro destino, en los últimos kilómetros nos sorprendió ver a un chico vestido de una forma rara, entre hippi, hindu y del rastro. Observamos y no dijimos nada, sería un adelanto de lo que nos encontrariamos. Seguiamos recorriendo carretera y nos cruzamos con dos chicas super hippi chic, y delante otro chico vestido entre dalai lama y Miguel Bosé con falda. Esperemos....

Nos instalamos en nuestro hotel y todo era calma, el sitio, el apartamento las vistas, la calle. Salimos a comer a la Cofradía de pescadores, en una calita pequeña frente al mar, con un impresionante peñon enfrente, comimos muy bien pero eran bastante antipáticos. La verdad es que es en el único sitio que lo fueron.

La isla está llena de extranjeros "canarizados", se integran en la isla manejan el turismo, y muchos negocios.  Muchos de ellos han cogido los trastos de sus países de origen, han dejado allí el frio y el gesto adusto y se han venido aquí. Se han instalado y han pasado veinte años y siguen aquí.  Quizá abusen un poco de su colonización haciendote a veces parecer extraño tú, pero eso es otro episodio.

He disfrutado mirando el atardecer, caer el sol entre dos islas, ( El Hierro y La Palma) es un privilegio, han sido uno de los atardeceres más bonitos de mi vida ( también tengo que decir dos cosas: me emociono facilmente y tengo mucha suerte he visto ya muchos). La gente va a su bola, se desnudan en la playa con respeto, sin molestar a nadie sin incordiar. Un auténtico lujo.

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