Ya he contado lo divertida que fué la comida con Hassan en el Restaurante Nora de Merzouga, yendo con nuestro guia de Marruecos, pero nos llamó la atención cómo nos relataba su visita a Burgos.
Hassan vino a pasar unos días a Burgos con sus amigos, él estaba encantado y por cómo nos lo contaba adora a sus amigos, y me imagino que sus amigos a él. Cuando llego a Burgos, sus amigos por supuesto tenían que trabajar, y cada uno debía salir por la mañana a sus obligaciones, decidieron que Hassan fuera con la amiga un tramo de la mañana, y con el amigo otra parte del día, luego por la tarde noche se encontrarían en un bar, y cambiarian impresiones. Hassan nos decía "estan locos", jajjaaa, esta gente se va cada uno de su casa prontísimo y no se ven hasta por la noche...., de un lado a otro de la ciudad. Nosotros, que vivimos en Madrid, que es un "poquito" más grande que Burgos, nos reíamos por la alegría y el cariño con lo que nos lo contaba él, pero eso que tanto le sorprendía resulta que para nosotros es nuestra forma de vida normal. Cada hogar levanta el telón a una hora prontísimo, y todos los miembros de la familia se dispersan hasta vete a saber qué hora, 7 u 8 horas cómo mínimo separados. El que nos lo describía impresionado diciendonos "estáis locos en la ciudad", llevaba toda la razón. Ahora cuándo a media mañana estoy trabajando, quiza a 40 km. de mi casa, si no a más y pienso en mis hijos, en mi marido, cada uno en sus obligaciones, me acuerdo de Hassán y pienso que cuanta razón tenía. El probablemente tenga problemas, no tendrá muchos clientes, no lloverá, no habrá sandías buenas, pero desde luego su felicidad era contagiosa, nos encantó.... La tranquilidad que aporta el desierto, la buena gente, la serenidad.... no tiene precio.. Luego la gente dice qué los demás son extraños, raros, deberíamos analizarnos un poquito más antes de hablar... Y yo desde luego estoy deseando volver con nuestros otros amigos con Hassan, con Zaid al desierto
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